lunes, 22 de abril de 2013





REENCUENTRO

Mi experiencia en la sesión de creatividad pasada la defino así: como un reencuentro. Después de varios años me reencuentro con la posibilidad de absoluta libertad, la cual tenía abandonada. Es ese tipo de libertad que solo he sentido en las sesiones de creatividad. Esa libertad que no tiene limites, prejuicios, criticas, que no permite actitudes peyorativas ni caras de extrañeza. Nada es feo, nada es lindo. Únicamente vale lo que a cada uno de los participantes de la sesión se le plazca hacer. Eso si vale. Todo es aceptado, todo es bien recibido y respetado.
En un comienzo, se me hizo difícil entrar en sintonía con lo que proponía la clase ya que lo que se nos planteó fue solamente una instrucción: en un gran papel blanco representar el barrio favorito. Yo, entre que soy bastante concreta en lo cotidiano y entre que estaba fuera de ritmo con esta onda de la creatividad y un poco desmotivada, me costó un largo tiempo atreverme a empezar mi trabajo. Tenía mi elección pero no sabía cómo hacerla, cómo resumir en un pedazo de papel un lugar tan grande (y no sólo en cuanto a porte). No estaba segura de qué materiales usar, ni de cómo poder representar un lugar tan especial como el que elegí en un espacio tan pequeño. Tan pequeño que no alcanzaba para abarcar lo lindo que es, lo que significa, lo que integra, lo que nos regala. Su historia, su gente, sus paisajes. Sentía que era imposible hacerle justicia.
Finalmente tomé un pincel con témpera y me embalé!! Sin darme cuenta, comencé a pintar, agregué infinitos colores, distintas texturas, papeles. Fue sinceramente un alivio, porque debo asumir que sentí la presión en un minuto, veía que todos avanzaban en sus trabajos y yo estaba paralizada y ver que todos estaban involucrados menos yo, me bloqueaba aun más. Ese alivio vino de la mano de un relajo exquisito, esa sensación de desconectar la mente, el cuerpo. Es estar en otra parte. No estar conciente de si estoy la ciudad o en el campo, o en Santiago, o en la universidad, o en una sala. Solo estar ahí, compartiendo, concentrada cien por ciento en esto y en ninguna otra cosa, persona, pensamiento, preocupación ni lugar. Es un descanso inmenso porque solo mis energías y mi atención estaban puestas en eso y pucha que es rica esa sensación! Es como volver a ser una cabra chica.
Me gustó mucho haber compartido en el trabajo con compañeras que habitualmente no me relaciono. Es enriquecedor para mi poder conocer sus percepciones y experiencias del trabajo común que realizamos. Conocer a la vez, a través de sus barrios favoritos, un poco más de ellas fue muy lindo también.

A pesar de que aún pienso que nadie podría haber identificado un barrio tan típico como lo es el Yungay a través de mi dibujo y mi interpretación, quedo conforme porque por lo menos, pude graficar todo lo que este significa para mi. Aunque sigo pensando que es imposible hacerle justicia.

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