Me
presento como una persona, por sobretodo y ante todo: amante de las personas.
Fan de las personas. La gente, sus singularidades, su historia son lo más
alucinante para mi. Nada puede fascinarme más que pasar horas compartiendo con
personas o, en su defecto, observándolas. Es por esto (y créanme que no fue
fácil descubrirlo) todo mi interés y motivación por el hacer se vincula a este
propósito.
Fue mucho tiempo
el que pensé que seguía sin encontrar mi identidad, mis pasiones, pues en mi
entorno veía como algunos vivían por la música, por el deporte y yo no
encontraba éso que me llenara. Después de infinitas conversaciones con mis
cercanos fuimos develando en conjunto el gran misterio: mi mayor motivación es
conocer y compartir con personas. Debo aclarar, que, si no me conociera y leo
esto, pensaría que trato de martirizarme o posicionarme en una especie de símil
al padre Hurtado o sor Teresa de Calcuta y no es mi afán, en lo absoluto.
Todo esto
determina finalmente desde la cotidianeidad hasta las elecciones más
importantes, mi manera de posicionarme frente al mundo y de relacionarme con
los demás.
Puedo distinguir tres aspectos presentes en mi, que se relacionan directamente a mi fanatismo por la gente. Pienso en primer lugar, en la palabra empatía, y reitero, sin afán de martirizarme, es la empatía en primer lugar, a lo que atribuyo que en todas las personas se desarrolle sensibilidad y comprensión frente a una x situación ajena, sea esta positiva o negativa. En mi caso particular, me gustaría ser capaz de separar las sensaciones. Confundo a veces la empatía, no logro delimitar hasta que punto el posicionarme en el lugar de otro para observar una determinada situación desde su perspectiva no se mezcle con dolor o sufrimiento por la misma. Repercute de manera negativa porque en ocasiones me bloquea para poder actuar de manera optima, poder ser un real apoyo, poder separar sus sentimientos de los míos, poder situarme desde una perspectiva objetiva sin dejar de empalizar con la situación.
Creo
que cada persona se presenta frente a otras por algo. Me niego a creer en las
coincidencias y por eso, cada persona que pasa por mi vida trato de recibirla y
acogerla como una parte especial de ella. Hasta el momento, en los años de vida
que tengo en el cuerpo, no me atrevería a decir que conocí a alguien porque si,
o que no fue importante. De todos aprendemos. Hasta el mas hiriente me enseño
que su trato no es el que me gusta recibir y que por lo mismo, no me doy cabida
a ser así con nadie. Hasta de la señora que me alojo en su casa sin siquiera
saber mi nombre cuando se me acabo la plata mochileando en el norte. Todas las
relaciones para mi son exquisitas y por sobretodo, trato de nunca olvidar su
carácter dialéctico. Desde esta base nace otra de las cosas que creo, me
caracteriza. No me basta el hola y chao, me encanta conversar de verdad.
Conocer lo más profundo que el otro este dispuesto a mostrarme, a compartir
conmigo. Me encantan esas instancias, y me esfuerzo para que una vez generado
el primer vinculo real, estos se mantengan reales y cercanos y no superficiales.
A veces me doy cuenta que caigo en el clásico de conocer a muchos pero, de
manera verdadera, no conocer a nadie. Y es ahí donde paro y trato de buscar la
forma de calmar la ansiedad. Es esa ansiedad la que me lleva a hacer
precisamente lo que expuse antes y a lo que me opongo.
Como último
aspecto, reconozco en mi el respeto ante todo y todos, el cual me permite
valorizar cada cosa, lugar y persona que
conozco.
Si llegara el
día en que pierda todo esto que cuento, prefiero no seguir aquí!!
Que sencillas y sinceras tus palabras Cami!! me encantó!
ResponderEliminarCamila: Muy bueno el texto. Un buen comienzo. No olvides trabajar los gadget laterales
ResponderEliminarUn abrazo
Félix