lunes, 15 de abril de 2013





MUA

Me presento como una persona, por sobretodo y ante todo: amante de las personas. Fan de las personas. La gente, sus singularidades, su historia son lo más alucinante para mi. Nada puede fascinarme más que pasar horas compartiendo con personas o, en su defecto, observándolas. Es por esto (y créanme que no fue fácil descubrirlo) todo mi interés y motivación por el hacer se vincula a este propósito.
Fue mucho tiempo el que pensé que seguía sin encontrar mi identidad, mis pasiones, pues en mi entorno veía como algunos vivían por la música, por el deporte y yo no encontraba éso que me llenara. Después de infinitas conversaciones con mis cercanos fuimos develando en conjunto el gran misterio: mi mayor motivación es conocer y compartir con personas. Debo aclarar, que, si no me conociera y leo esto, pensaría que trato de martirizarme o posicionarme en una especie de símil al padre Hurtado o sor Teresa de Calcuta y no es mi afán, en lo absoluto.
Todo esto determina finalmente desde la cotidianeidad hasta las elecciones más importantes, mi manera de posicionarme frente al mundo y de relacionarme con los demás.

Puedo distinguir tres aspectos presentes en mi, que se relacionan directamente a mi fanatismo por la gente. Pienso en primer lugar, en la palabra empat
ía, y reitero, sin afán de martirizarme, es la empatía en primer lugar, a lo que atribuyo que en todas las personas se desarrolle sensibilidad y comprensión frente a una x situación ajena, sea esta positiva o negativa. En mi caso particular, me gustaría ser capaz de separar las sensaciones. Confundo a veces la empatía, no logro delimitar hasta que punto el posicionarme en el lugar de otro para observar una determinada situación desde su perspectiva no se mezcle con dolor o sufrimiento por la misma. Repercute de manera negativa porque en ocasiones me bloquea para poder actuar de manera optima, poder ser un real apoyo, poder separar sus sentimientos de los míos, poder situarme desde una perspectiva objetiva sin dejar de empalizar con la situación.

Creo que cada persona se presenta frente a otras por algo. Me niego a creer en las coincidencias y por eso, cada persona que pasa por mi vida trato de recibirla y acogerla como una parte especial de ella. Hasta el momento, en los años de vida que tengo en el cuerpo, no me atrevería a decir que conocí a alguien porque si, o que no fue importante. De todos aprendemos. Hasta el mas hiriente me enseño que su trato no es el que me gusta recibir y que por lo mismo, no me doy cabida a ser así con nadie. Hasta de la señora que me alojo en su casa sin siquiera saber mi nombre cuando se me acabo la plata mochileando en el norte. Todas las relaciones para mi son exquisitas y por sobretodo, trato de nunca olvidar su carácter dialéctico. Desde esta base nace otra de las cosas que creo, me caracteriza. No me basta el hola y chao, me encanta conversar de verdad. Conocer lo más profundo que el otro este dispuesto a mostrarme, a compartir conmigo. Me encantan esas instancias, y me esfuerzo para que una vez generado el primer vinculo real, estos se mantengan reales y cercanos y no superficiales. A veces me doy cuenta que caigo en el clásico de conocer a muchos pero, de manera verdadera, no conocer a nadie. Y es ahí donde paro y trato de buscar la forma de calmar la ansiedad. Es esa ansiedad la que me lleva a hacer precisamente lo que expuse antes y a lo que me opongo.
Como último aspecto, reconozco en mi el respeto ante todo y todos, el cual me permite valorizar cada cosa, lugar y persona  que conozco.
Si llegara el día en que pierda todo esto que cuento, prefiero no seguir aquí!!

2 comentarios:

  1. Que sencillas y sinceras tus palabras Cami!! me encantó!

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  2. Camila: Muy bueno el texto. Un buen comienzo. No olvides trabajar los gadget laterales
    Un abrazo
    Félix

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